RETIRO MENSUAL EN NUESTRA DIÓCESIS
En nuestro retiro correspondiente de este mes, dio lugar en la parroquia de Santa Apolonia el martes pasado, predicada por Monseñor Gonzalo de Villa, obispo de nuestra diócesis.
El tema de nuestra meditación fue el recordatorio de las preguntas de nuestra ordenación diaconal y presbiteral , los retiros siempre serán una oportunidad para recordar lo que somos, nuestra identidad como sacerdotes, al servicio del pueblo De Dios.
Ministerio sacerdotal significa ser pastor, el que sabe cuidar y dar la vida por los demás. Todas nuestras pastorales debe tener un sentido de servicio, olvidándome de mí mismo, afanarme por la salvación de las almas.
En realidad, todo lo que constituye nuestro ministerio no puede ser producto de nuestra capacidad personal. Esto vale para la administración de los sacramentos, pero vale también para el servicio de la Palabra: no hemos sido enviados a anunciarnos a nosotros mismos o nuestras opiniones personales, sino el misterio de Cristo y, en él, la medida del verdadero humanismo. Nuestra misión no consiste en decir muchas palabras, sino en hacernos eco y ser portavoces de una sola "Palabra", que es el Verbo de Dios hecho carne por nuestra salvación.
RETIRO MENSUAL EN NUESTRA DIÓCESIS
En nuestro retiro correspondiente de este mes, dio lugar en la parroquia de Santa Apolonia el martes pasado, predicada por Monseñor Gonzalo de Villa, obispo de nuestra diócesis.
El tema de nuestra meditación fue el recordatorio de las preguntas de nuestra ordenación diaconal y presbiteral , los retiros siempre serán una oportunidad para recordar lo que somos, nuestra identidad como sacerdotes, al servicio del pueblo De Dios.
Ministerio sacerdotal significa ser pastor, el que sabe cuidar y dar la vida por los demás. Todas nuestras pastorales debe tener un sentido de servicio, olvidándome de mí mismo, afanarme por la salvación de las almas.
En realidad, todo lo que constituye nuestro ministerio no puede ser producto de nuestra capacidad personal. Esto vale para la administración de los sacramentos, pero vale también para el servicio de la Palabra: no hemos sido enviados a anunciarnos a nosotros mismos o nuestras opiniones personales, sino el misterio de Cristo y, en él, la medida del verdadero humanismo. Nuestra misión no consiste en decir muchas palabras, sino en hacernos eco y ser portavoces de una sola "Palabra", que es el Verbo de Dios hecho carne por nuestra salvación.