Cada 20 de diciembre se celebra a Santo Domingo de Silos, abad de origen español, perteneciente a la Orden de San Benito.
Domingo nació en Cañas, La Rioja (España), alrededor del año 1000. Ingresó como monje al famoso monasterio benedictino de San Millán de la Cogolla, donde hizo grandes progresos en la vida espiritual.
A San Domingo se le reconoce por el don de la sabiduría, del que echó mano para estudiar con lucidez la Sagrada Escritura. Sin duda, algo que solo es posible si se acepta la guía del Espíritu Santo.
En San Millán llegó a ser prior. Para nadie que lo conociera era un secreto el amor que profesaba por su monasterio. Por eso, una de las primeras cosas que dispuso como autoridad fue la restauración del edificio que albergaba a los monjes, algo que logró en solo dos años, siendo que los problemas de la construcción habían subsistido por larguísimo tiempo.
“Sobre el alma no tienes ningún poder”
Cuenta la historia que el prior se enfrentó al mismísimo rey de Navarra, quien se apareció alguna vez a las puertas del monasterio para exigir la entrega de los ornamentos litúrgicos -cálices y copones- y cuanta cosa valiosa hubiera, con la intención de financiar los gastos de su próxima campaña militar.
Santo Domingo de Silos no dudó en salir al frente para negarle al rey aquello que pedía: “Puedes matar el cuerpo y la carne, puedes hacer sufrir, pero sobre el alma no tienes ningún poder. El evangelio me lo ha dicho, y a él debo creer que sólo al que al infierno puede echar el alma debo temer”.
El rey de Navarra, lleno de indignación, desterró al abad Domingo. Al enterarse de lo ocurrido, el rey Fernando I de Castilla, lo mandó llamar para confiarle el monasterio de Silos, ubicado en un lugar apartado, casi en ruinas y considerado “estéril” por la ausencia de vocaciones.
Domingo se encargó de devolverle a aquel monasterio la prestancia espiritual que había perdido y a los monjes la alegría de vivir para Dios. El santo demostró ser un magnífico administrador y restaurador.
Silos se convirtió en un monasterio ejemplar, en el que se cultivaron las artes y el saber; un centro espiritual que renovó y fortaleció la vida de los benedictinos y de la Iglesia. Allí se formó una gran biblioteca, que contribuyó al enriquecimiento del monacato y la cultura española.
Dios es quien libera
Santo Domingo de Silos también participó en la liberación de numerosos cristianos prisioneros de los moros. Logró que más de 300 de ellos fuesen soltados. En esos días, aquellos que eran tomados prisioneros por los musulmanes solían ser tratados como esclavos. Por esta razón, en el arte, a Domingo se le suele representar acompañado de hombres encadenados.
Santo Domingo de Silos murió el 20 de diciembre de 1073 y sus restos se conservan en el famoso monasterio que lleva su nombre.
¡Rézale a Santo Domingo!
De acuerdo a una vieja tradición, noventa y seis años después de la muerte de Santo Domingo de Silos, este se apareció en sueños a la madre del futuro fundador de la Orden de Predicadores: Santo Domingo de Guzmán. El monje benedictino le anunció a la mujer que tendría un hijo que llegaría a ser un gran apóstol.
Por eso, aquel niño recibió el nombre de “Domingo”, en honor al Santo de Silos. Por ello también, muchas madres españolas se encomiendan hasta hoy al santo, para pedir que sus hijos nazcan sanos y lleven una vida santa al crecer.