Santa Estefanía Quinzani, virgen, nació el 7 de septiembre de 1457 en Orzinuovi cerca de Brescia (Italia). Hija de campesinos se dedicó con sus padres al cultivo de los campos. Ya desde niña hizo el voto de virginidad y llevada por este deseo de perfección entró en la Orden seglar a los quince años. Después de vivir varios años en Crema, se estableció en Soncino (Cremona) donde fundó y dirigió un floreciente monasterio de religiosas dominicas dedicadas a la educación de las jóvenes. La vida espiritual de la beata Estefanía, dominada por la contemplación de la pasión de Cristo, entra de lleno en la genuina tradición dominicana que indica como camino para realizar la conformación espiritual con Cristo crucificado esta ardiente contemplación de sus dolores.
Este fervor de la beata Estefanía se manifestó con fenómenos extraordinarios: éxtasis, llagas, dolores agudísimos. Durante cuarenta años tuvo una gran aridez de espíritu, soportando con fortaleza dudas y tentaciones y la sensación de privación del amor divino y de la devoción. Trabajó con gran afán al servicio de los pobres y de la paz. Almas santas amigas acudieron a su consejo atraídas por el mismo amor a Cristo crucificado entre otras santa Ángela Merici, el beato Mateo Carreri y la beata Hosanna de Mantua. Murió en Soncino y sus reliquias, salvo su cabeza, se veneran desde 1748 en la iglesia de S. Liborio en Colorno (Parma). Su culto inmemorial fue confirmado por Benedicto XIV el día 14 de diciembre de 1740.