En 1858 la Virgen María se le apareció a una niña de 14 años en una gruta cercana a Lourdes, Francia. Nació un manantial y la devoción mundial
Las 18 apariciones de la Virgen María en una gruta cercana a Lourdes, Francia, tienen un profundo significado para los católicos. Tanto es así, que, cada año, unos tres millones de fieles acuden allí para venerarla y, también, para beber de las aguas del manantial que Ella hizo brotar en el lugar.
Esta fiesta, celebrada cada 11 de febrero, recuerda la primera aparición de la Virgen ante Bernardette Soubirous, una niña de 14 años que, ese día, pero de 1858, caminaba cerca del río Gave junto a dos amigas en busca de leña.
Al no poder cruzar un río de aguas heladas, Bernardette, o Bernardita, se quedó junto a la gruta de Masabielle mientras sus dos amigas seguían caminando para cumplir con su cometido.
Según sus propias palabras, Bernardita sintió un fuerte viento que la obligó a mirar hacia arriba. En ese momento apareció una “bellísima señora toda vestida de blanco, con un cinturón azul, un rosario entre sus dedos y una rosa dorada en cada pie”.
A los pocos días, en el mismo lugar, la niña tuvo una visión similar. Volvió a la gruta el 18 de febrero, esta vez, acompañada por varias personas que llevaban agua bendita y rosarios. Ese día, la Virgen le dijo a Bernardita: “Ven aquí durante quince días seguidos. Te prometo que serás muy feliz, no en este mundo, sino en el otro”.
El 21 de febrero, en su cuarta aparición, la Virgen dijo: “Es necesario rezar por los pecadores”. El 25 de febrero, le pidió a Bernardita que escarbara en el suelo de un lugar donde comenzó a brotar agua. El manantial permanece y sus aguas produjeron 70 curaciones milagrosas confirmadas por la Iglesia.
Al día siguiente, la Virgen aconsejó “hacer penitencia” y le pidió a Bernardita: “Rogarás por los pecadores”. El 2 de marzo, pidió que construyeran una capilla en su honor en ese lugar de Francia.
Recién el 25 de marzo, cuando Bernardita le preguntó a la “bellísima señora” cómo se llamaba, Ella elevó sus manos y ojos al cielo y expresó: “Yo soy la Inmaculada Concepción”.
El 5 de abril, Bernardita permaneció en éxtasis, sin quemarse, mientras una vela se consumía entre sus manos. La última aparición fue el 16 de julio, cuando la Virgen solo inclinó la cabeza en señal de despedida.
En 1876 fue consagrada la basílica de la Inmaculada Concepción, a la que sumaron en 1901 y 1958 las basílicas de Nuestra Señora del Rosario y de San Pío X. Cerca de la gruta también hay 18 fuentes y decenas de canillas para que los fieles puedan obtener el agua del manantial.
Bernardita, por su parte, ingresó en 1860 al convento de las Hermanas de la Caridad en Nevers y murió en 1879. El Papa Pío XI la declaró santa en 1933.